El mundo físico es un vasto océano de posibilidades. Nuestra alma forma parte de ese océano infinito, virtual o espiritual y está también en nuestro interior, en el mundo físico.
Si viviéramos desde el alma, dejaríamos de tener miedo, ansiedad, dudas y odios, dejaríamos de lado al ego y las limitaciones de nuestros pensamientos y podríamos hacer milagros.
El alma es el observador, es la conciencia, el punto de referencia que no cambia y la meditación es la que nos permite vivir desde el alma. Los científicos se han dado cuenta de lo imprevisible que es la naturaleza, porque la incertidumbre es la característica de este mundo.
Chopra sostiene que la intención personal no debe interferir en la intención universal, ya que si ésta se ignora puede resultar contraproducente.
La intención tiene su propio poder organizador infinito y no necesita forzarse sino que lo ideal es soltarse y dejarla actuar por si misma. La intención lleva en si misma el cumplimiento de su realización, porque es como una semilla, posee todo lo necesario para cristalizarse y hacerse realidad.
Podemos crear cambios extraordinarios y positivos en nuestras vidas solo con la intención, pero esta habilidad se pierde cuando actuamos desde el punto de vista del Ego sacrificando a nuestro Ser verdadero.
No debemos atribuirnos a nosotros mismos los favores recibidos, porque no nos pertenecen, ya que son acciones de la inteligencia virtual, del poder organizador, del espíritu universal.
Esa inteligencia superior aparece cuando dejamos de preocuparnos por nosotros mismos y cuando nuestros pensamientos están en armonía con los propósitos del Universo. Las coincidencias que ocurren en la vida son mensajes, pruebas de la existencia de Dios, del espíritu, de la conciencia universal, que tratan de liberarnos de nuestros condicionamientos.