Estos hábitos se sustentan en la idea de que la culpa de nuestros problemas siempre la tienen los demás y que por tanto son ellos los que deben cambiar y no yo. Así es como hemos sido educados. Pero este camino no conduce a ninguna parte. El mundo que nos rodea está sustentado por esta idea.
Hemos aprendido esos hábitos en nuestra infancia de nuestros maestros, padres, abuelos y amigos. Pero el hecho de que sea aquello que hemos aprendido en nuestra infancia no significa que sea lo correcto o lo más sano para nuestra psique.
El problema práctico de tratar de controlar a los demás es que, cada vez que nosotros nos quejemos, juzgamos, manipulemos, critiquemos, castiguemos o amenacemos a alguien, encontraremos una resistencia en los demás, que nos responderán en el mismo tono vibratorio al que nosotros les estamos situando. Así es la naturaleza humana inconsciente. El paso evolutivo siguiente es ser conscientes de esta situación y transmutarla. ¿En qué?
No es simplemente una frase bonita, para usar como recurso para cuando alguien nos pregunte algo y así podamos quedar bien. Se trata de un proceso mucho más laboriosos. Hemos de observarnos en cada momento para ver que reacciones tenemos. Y antes de que aparezca cualquiera de los 7 hábitos venenosos sustituirlo por un hábito amoroso.
Así tendremos: